Autor: Juan José Dobles
J R R Tolkien era un filólogo ante todo. Uno debe recordar esto como lector en cada viaje a su Tierra Media. Para el Profesor toda palabra tiene un poder mágico inherente a sí misma que permite la existencia de aquello que nombra. Recordemos cómo el mundo comienza realmente a existir hasta que Eru-Ilúvatar lo invoca dándole el nombre de Eä, el Mundo que Es. Así también cada personaje de Tierra Media puede contarnos su historia, la de su familia o incluso la de su pueblo a través de su nombre. En la basta obra de Tolkien ningún nombre fue puesto a la ligera.
El nombre de cada ser tiene un gran poder. En la Tierra Media muchos pueblos ocultaban su verdadero nombre para evitar caer víctimas de hechizos y maldiciones. Recordemos cómo en la historia de Túrin Turambar el héroe asume constantemente nuevos nombres para intentar escapar del Destino. Sin embargo, cada vez que su verdadera identidad era revelada, la maldición que Morgoth lanzó contra toda su familia lograba alcanzarlo. El golpe final se asestó después que el dragón Glaurung hechizara a Nienor robándole el recuerdo de quién era ella en realidad, representado por el nuevo nombre que Túrin le da: Níniel, la Doncella de las Lágrimas.
Nuevamente encontramos referencias a este poder mágico en la negativa del hobbit Bilbo de darle su verdadero nombre al dragón Smaug para evitar ser hechizado. Quizás por la misma razón los magos Istari buscaron hacerse de varios nombres para encubrir sus verdaderas identidades. Gandalf por ejemplo nos menciona varios de sus nombres: Mithrandir entre los elfos, Tharkûn para los enanos, Olórin en el Oeste, Incánus en el Sur y Gandalf en el Norte.
Pero los nombres también invocan la verdadera naturaleza de aquello que nombran. Melkor se alza como Gran Señor Oscuro bajo el nombre que la ha dado el elfo noldo Feanor: Morgoth, el Gran Enemigo del Mundo. Coincidiendo con este “bautizo”, Morgoth ya no volverá a adoptar ninguna forma hermosa, pues su verdadera naturaleza siniestra ha sido revelada.
Cada pueblo tiene sus propias tradiciones para dar nombre a sus nuevos miembros. Múltiples son las razones que fundamentan estas tradiciones, pero todas ellas están vinculadas directamente con la historia de ese pueblo.
Los Tres Nombres de los Eldar
El nombre de cada elfo es un testimonio de magia, habilidad y esperanza. Todo elfo posee por lo menos dos nombres diferentes o essi. El primero se le daba poco después de nacer y casi siempre era similar al del padre o algún otro familiar. Por ejemplo, el nombre de Feanor es Curufinwe, es decir “Finwe el hábil” en alusión a su padre, mientras que su hijo mayor, Maedhros, se llamaba Nelyafinwe, o “Tercer Finwe”. Es muy posible que este sistema fuese adoptado por los hombres debido a su contacto con los elfos. Esto lo percibimos en los medio-elfos hijos de Earendil, Elros y Elrond, cuyos nombres poseen una raíz similar que significa “Estrella”, en alusión evidente a su padre.
El segundo nombre o amilesse se lo daba la madre en algún momento de su crecimiento. Este nombre es muy importante porque muchas elfas tienen el don para sentir el futuro de sus hijos, el cual resulta en muchas ocasiones profético. Feanor es la forma sindarin del nombre que Miriel Serinde dio a su hijo: Feanáro, “Espíritu del Fuego”, previendo el fuego interno que condujo a Feanor hasta Tierra Media aún en contra de la voluntad de los Valar, y el cual convirtió en cenizas su cuerpo tras morir durante la Dagor-nuin-Giliath (la Batalla bajo las Estrellas).
El último nombre élfico es el epesse, el cual es tomado por el propio elfo o conferido por sus camaradas como referencia a una cualidad característica o algún episodio en la vida de dicho elfo. Puede que el nombre de Ereinion no suene familiar para muchos, pero sí el nombre que este elfo recibió por el brillo de su lanza en los campos de batalla: Gil-Galad, “Estrella Radiante”. Otro ejemplo es Beleg, quien llegó a ser conocido como Cúthalion o “Arco Firme” debido a su destreza con dicha arma.
Cabe destacar que Aragorn recibió un nombre de la elfa Galadriel: Elessar, “Piedra de Elfo”. No queda claro si este nombre fue un amilesse que profetizaba su firme reinado o un epesse relacionado con la joya Elessar que le entregó la Dama de Lothlórien en nombre de Arwen.
Los Misteriosos Nombres de los Naugrim
Aule hizo desconfiados a los enanos para que pudieran protegerse de los engaños de Melkor, y debido a esta desconfianza no conocemos el nombre verdadero de ningún enano.
Los enanos bautizaban a sus hijos en su lengua natal, el khuzdûl, de la cual no conocemos prácticamente nada ya que los naugrim nunca la enseñaban a extraños. Parece ser, según afirmaciones del propio Tolkien, que esta costumbre de no revelar su nombre verdadero es en parte la razón por la cual los enanos son inmunes a la magia.
Todo enano posee un nombre cuyo origen sería la lengua de otros pueblos, quizás humanos. En la práctica, Tolkien adoptó los nombres de los enanos del Edda Mayor de la mitología escandinava. Igual procedencia tiene el nombre de Gandalf. En uno de los pasajes del Edda podemos leer:
“Modsogner, el jefe / de la raza de los enanos / y también Durin, / fueron creados entonces; / y al igual que los hombres / los enanos en la tierra / fueron creados en el número / que Durin ordenó.” (Edda Mayor, El Origen del Hombre)
No es de extrañar la sonoridad casi infantil de algunos nombres enanos conocidos: Oín, Glóin, Fili, Kili, Balin, Dwalin, Dori, Ori, Nori, Bifur, Bofur, Bombur.
Nombres como Thorin o Dáin fueron utilizados en múltiples oportunidades, por lo cual a muchos enanos se les da un sobrenombre que los diferencia y cuyo origen está vinculado con alguna proeza realizada por el enano en cuestión. Así Thorin Escudo de Roble y Dáin Pie de Hierro ganaron tales epítetos por sus acciones durante la Guerra de Enanos y Orcos (2790-2799 TE).
La Larga Tradición de los Hombres del Oeste
Los Hombres del Oeste siguen un esquema similar al primer nombre de los elfos, es decir, buscan una referencia al vínculo familiar. Las tres casas de los Edain están llenas de ejemplos: los hermanos Hador y Huor tuvieron como hijos a Túrin y Tuor respectivamente. Al parecer este tipo de referencialidad familiar era también utilizada por algunos pueblos Orientales, como se deduce de Bor y sus hijos Borlad, Borlach y Borthand, o Ulfang y sus hijos Uldor, Ulfast y Ulwarth. Cabe también la posibilidad que estos nombres les hayan sido dados posteriormente por historiadores numenoreanos o élficos de acuerdo a sus propios sistemas.
En Númenor el linaje real adopta la tradición de nombrar a sus vástagos con significados altivos. Se vuelve también costumbre entre los reyes tomar un nombre diferente al ser coronados, el cual simbolizaría su reinado y que comenzaba con la partícula quenya “Tar-” (elevado, noble, augusto). Tras la adopción del Adûnaico como lengua oficial esta partícula se cambió por “Ar-” (rey).
En Arnor y Gondor los descendientes de Elendil continuaron con la tradición de tomar un nuevo nombre al ser coronados. En el Reino del Norte no destaca ningún caso en especial, pero sí en el Reino del Sur. Tarostar Rómendacil adoptó su segundo nombre tras las grandes victorias que obtuvo en el Este (Rómen, en quenya). Caso similar ocurre con Ciryaher Hyarmendacil I que derrotó a los Haradrim del Sur (Hyarmen) y Telumehtar Umbardacil quien conquistó el puerto de Umbar.
Tras la separación del Reino del Norte en Arthedain, Rhudaur y Cardolan en 861 TE, comenzó una lucha por la reivindicación territorial por parte de los tres nuevos reinos. En 1349 TE, Argeleb I es coronado y reclama la soberanía total del antiguo Arnor. A partir de entonces todos sus descendientes reciben nombres que inician con la partícula “ar-, ara-” (noble, real) como símbolo de dicho reclamo. Esta tradición fue preservada aún después de la caída del último rey del norte y alcanza a Aragorn II Elessar.
Tras la interrupción del linaje real en Gondor, los Senescales Gobernantes toman el mando del reino. Entre ellos vemos la utilización constante de nombres provenientes de las tres casas de los Edain de la Primera Edad: Húrin, Túrin, Hador, Barahir, Beren, entre otros.
Rohan y sus Antepasados
Los nombres del pueblo rohirrim están marcados por una tradición ecuestre, pero también son testimonio del gran conocimiento del Profesor Tolkien sobre la evolución de la lengua. De acuerdo con la idea que el Profesor tenía sobre la cultura rohirrim, los nombres de la Casa Real de Edoras corresponden a vocablos en anglosajón antiguo, la mayoría con la presencia de la partícula “eoh”, la cual significa caballo. Así Éowyn significa “Gusto por los Caballos”. La misma partícula la encontramos en su hermano, Éomer, y en su padre, Éomund. También hayamos estas partículas familiares en Théoden, cuyo padre era Thengel, su hermana Théodwyn y su hijo Théodred.
Pero Tolkien va más allá con los nombres rohirrim. Entre los Hombres del Norte, ancestros de los rohirrim, encontramos nombres como Vidugavia, Vidumavi, Marhari o Marhwini cuyas raíces son claramente góticas, una de las primeras lenguas germánicas de Europa, y por tanto antecesora del anglosajón.
Los Hobbits y la Importancia de un Apellido
Con los hobbits nos encontramos con el primer pueblo en Tierra Media en utilizar apellidos. Cabe destacar que los nombres hobbits conocidos son en realidad traducciones a la lengua común del hobbítico original. Por ejemplo, el apellido Brandigamo es en realidad una adaptación del hobbítico Brandagamba; y Gamyi proviene del hobbítico Galbasi.
En la Comarca algunas familias adoptan apellidos que hacen referencia a características colectivas, como los Ganapié, los Ciñatiesa, los Tallabuena o los Redondo; mientras que otras familias hacen alusión a sus oficios, como los Arenas que manejan el molino en el río El Agua, o los Manoverde que durante mucho tiempo fueron los jardineros de Bolsón Cerrado.
El apellido Bolsón es un caso interesante ya que hace referencia a la “buena bolsa” de la cual disponía la familia. Recordemos que los Bolsón era una familia bastante acomodada.
En algunos apellidos podemos seguir una evolución histórica. Los Bucca de la Quebrada dieron origen a los Gamoviejo, los cuales se transformaron finalmente en Brandigamo cuando se establecieron en Los Gamos. El apellido Gamyi tiene su origen como Gamwich, transformándose posteriormente en Gammadge y Gammidgy hasta llegar a Gamyi. De la familia Gamyi surgirían después los Jardinero y los Belifante de las Torres.
En la región de Bree los hobbits adoptan apellidos que refieren a la flora del lugar, como Juncales, Madreselva, Matosos, Manzanero y Cardoso. Pero lo más curioso de esta población es que al parecer es también el lugar donde los hombres adoptan la costumbre de utilizar apellidos. Así nos encontramos con Cebadilla Mantecona o Bill Helechal.
De esta manera Tolkien nos sugiere que es en los Hobbits donde podemos encontrar el origen de la actual costumbre de llamarnos con un nombre y un apellido.