sábado, 20 de diciembre de 2008

Tolkien y las Cartas del Hombre de Navidad

Autor: Juan José Dobles

En la navidad de 1920, el pequeño John Tolkien de apenas 3 años de edad recibió una carta muy especial. Se trataba de una carta llena de color y con vistosos dibujos proveniente directamente del Polo Norte. Su autor: Papá Noel. O al menos esto es lo que decía en el sobre.

En realidad la carta era un regalo del Profesor Tolkien a su primer hijo. Por aquellas fechas ya había nacido el segundo hijo de Tolkien, Michael, quien tenía dos meses de edad. Tolkien decidió que era importante acercar a sus hijos a la fantasía y pensó que la mejor forma de hacerlo era creando para ellos todo un mundo mágico relacionado con la Navidad. Lo que no está claro es si el Profesor Tolkien estaría consciente que aquella carta sería tan sólo la primera de una serie que se extendería todos los años hasta 1943.

Tras la muerte del Profesor en 1973, la segunda esposa de Christopher, Baillie, se dedicó a la tarea de reunir las cartas que aún estaban en posesión de los hermanos Tolkien. El resultado fue la publicación en 1976 del libro Letters from Father Christmas (Cartas del Hombre de Navidad), el cual apareció simultáneamente en Londres bajo la firma de Allen & Unwin, y en Boston, bajo la de Houghton Mifflin. En este libro se reproducen las cartas a partir de 1925, algunas en facsímil. Además se incluyen las hermosas ilustraciones que las acompañaban, algunos sobres decorados y hasta los “timbres del Polo Norte”, cuyo valor es en “kisses” (besos).

A través de estas cartas podemos ver el gran amor que J. R. R. Tolkien guardaba por sus cuatro hijos. En 1924, cuatro años después de iniciada esta bella tradición, nació Christopher, quizás su más cercano colaborador en la conformación de Tierra Media. En 1929 nace Priscilla, su última descendiente.
Cada carta narra las aventuras de Papá Noel en el Polo Norte mientras prepara la entrega de regalos de cada año. En un principio las historias eran sumamente sencillas e involucraban tan sólo al propio Papá Noel y a Karhu, el oso polar. Este último era el responsable de la mayoría de los accidentes que se narran en las cartas y que propician las aventuras.

Sin embargo, pronto las historias se llenaron de nuevos personajes: los dos desastrosos sobrinos del Oso Polar, los elfos de la nieve, los gnomos verdes y rojos, los malvados duendes (goblins) y el elfo-secretario de Papá Noel, Ilbereth, quien de vez en cuando escribía fragmentos de las cartas en “Tengwar”.

Las historias también se fueron haciendo más complejas y reflejaban en ocasiones los acontecimientos que ocurrían alrededor de la familia Tolkien. Es por ello que en 1931, cuando la familia Tolkien sufre los efectos de la terrible crisis económica, el Hombre de Navidad les cuenta a los niños que no puede llevar todos los regalos que le han pedido ya que “en todo el mundo existe una espantosa cantidad de personas que son pobres y padecen hambre”. En 1933, cuando el régimen Nazi llega al poder en Alemania, el Polo Norte es atacado por los terribles duendes. Durante la Segunda Guerra Mundial las cartas se tornan un tanto tristes, pues la guerra provoca muchos inconvenientes para Papá Noel, quien incluso llega a perder a algunos mensajeros que trataban de traer noticias de Europa.

Aunque las cartas fueron escritas en papel, la tradición de la familia Tolkien implicaba que cada carta era leída en voz alta por el Profesor delante de su esposa e hijos durante la mañana de Navidad. Esta reunión familiar casi siempre era acompañada de leche y galletas.

Algunas de las historias nacerían exclusivamente de la mente del Profesor Tolkien. Otras serían respuestas a preguntas que los niños Tolkien le escribían a Papá Noel. A través de algunas vemos incluso atisbos del resto de la obra de Tolkien: el ataque de los duendes a los talleres de Santa recuerdan muchos de los pasajes de la guerra entre elfos y orcos en El Señor de los Anillos o El Hobbit. El nombre de Ilbereth es muy similar al epíteto “Elbereth” utilizado por los elfos de Tierra Media para referirse a Varda, la Reina de los Valar. Incluso la utilización de las formas de escritura características de los elfos crea una especie de relación mágica entre ambas obras.

En la carta escrita en la navidad de 1927, el Hombre de la Luna (personaje del cuento Roverandom, el cual Tolkien comenzó a escribir precisamente durante ese año) es invitado por Papá Noel al Polo Norte. Allí bebe más aguardiente de la cuenta mientras come pastel de ciruela y juega al “dragón”. Luego se queda dormido y es empujado por el Oso Polar debajo del sofá, donde permanece hasta el día siguiente. Durante su ausencia, en la luna aparecen dragones que levantan tal humareda que provocan un eclipse y obligan al Hombre de la Luna a volver de prisa a su hogar.

Gracias a estas cartas vemos una faceta del Profesor Tolkien llena de humor, ternura y reflexión, en donde trata de dejar hermosas enseñanzas en el corazón de sus cuatro hijos. Si con El Señor de los Anillos Tolkien buscaba crear una mitología para Inglaterra, con las Cartas del Hombre de Navidad el Profesor consigue crear una pequeña mitología para su propia familia.
La última carta fue entregada a la familia Tolkien en 1943 y estaba dedicada a Priscilla, quien en ese entonces tenía 14 años (John tenía ya 26 años, Michael 23 y Christopher 19). En ella, el Hombre de Navidad les pide a los Tolkien que nunca olviden cómo soñar y que dediquen cada momento de sus vidas a hacer el bien. Mediante un mensaje de esperanza les dice que a pesar de todo lo malo que puede estar ocurriendo en el mundo (la Segunda Guerra Mundial se extendería aún por otros dos años) nunca se debe perder la capacidad de creer en un mejor futuro. Por último se despide afirmándoles que no deben sentir preocupación por él y sus amigos, “pues el Polo Norte está muy lejos de las guerras de los hombres, y el viejo Oso Polar siempre mantendrá a raya a los duendes bribones”.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Un Sueño Recurrente

Autor: Juan José Dobles

El auge y la caída del Reino de Númenor es uno de los relatos más importantes de la historia de Tierra Media, según la concepción que el Profesor JRR Tolkien creó dentro de su obra literaria. A través del legado de los numenoreanos Tolkien describe la capacidad del ser humano de lograr grandes obras pero también de corromperse y caer en desgracia. Pero lo interesante de este relato es que tuvo su origen en una pesadilla que acosó a Tolkien cuando era niño: una ola inmensa que se precipitaba inundándolo todo y aproximándose hasta un precipicio desde donde él contemplaba atemorizado.

Quizás este sueño tuviese que ver con un suceso ocurrido en el año mismo de nacimiento del Profesor. En 1892 una inundación impresionante destruyó zonas enteras de la ciudad de Bloemfontein en el entonces Estado Libre de Orange (actual Sudáfrica), en donde vivían los padres de Tolkien. Este desastre, aunque ocurrió cuando el Profesor aún era muy pequeño, era relatado con cierta frecuencia por su madre Mabel, a quien la destrucción provocada la conmovió. Puede que estos relatos maternos influyeran en el niño a crear una imagen extraordinaria del hecho.

Ya adulto Tolkien relataría que aquel sueño era el único que lo hacía despertarse por las noches, y que su significado siempre lo había intrigado, en parte debido a que él había conocido a personas que relataban sueños recurrentes muy similares. Puede que esto fuera lo que lo impulsó a plasmar su sueño en “El Retorno del Rey” (tercer libro de la trilogía de El Señor de los Anillos), descrito por Faramir a Eowyn durante su conversación en las Casas de Sanación de Minas Tirith, y relacionado con la historia de Númenor:

“-Esto me recuerda a Númenor –dijo Faramir, y le asombró oírse hablar.
-¿Númenor? –repitió Eowyn.
-Sí –dijo Faramir -, el país de Oesternesse que se hundió en los abismos, y la enorme ola oscura que inundó todos los prados verdes y todas las colinas, y que avanzaba como una oscuridad inexorable. A menudo sueño con ella.”

(Capítulo 5: El Senescal y el Rey, El retorno del Rey)

En las versiones fílmicas de Peter Jackson, el equipo de producción consideró que este relato era de gran importancia por ser un sueño del propio Tolkien. Sin embargo, los guionistas no supieron donde colocarlo para que funcionara dentro de la trama de la película. Es por ello que sólo aparece en la versión extendida de El Retorno del Rey, y sus protagonistas ya no son Faramir y Eowyn, sino Eowyn y Aragorn, además de que quien tiene el sueño es ella.

Pero Tolkien también relaciona su isla de Númenor con uno de los mitos más fascinantes de la antigüedad: el de la Atlántida, el continente perdido descrito por Platón en dos de sus diálogos más importantes (el Timeo y el Critias), recogidos en su obra “La República”. En estos diálogos Critias describe los orígenes y la forma de la Atlántida a Sócrates y sus invitados. Critias habría aprendido la historia del legislador ateniense Solón, quien a su vez la aprendió de varios sacerdotes de Heliópolis en Egipto, según narra Plutarco.

La Atlántida era un reino poderoso que fue destruido en el año 9550 aC. Se ubicaba en el océano Atlántico, más allá de los Pilares de Hércules, nombre dado por los antiguos griegos al Estrecho de Gibraltar.

"Era una isla mayor en extensión que Libia y Asia, y que después del hundimiento por un terremoto, se convirtió una barrera infranqueable de fango, que por lo tanto, impidió que los viajeros navegaran a cualquier parte del océano." (109)

La Atlántida era un territorio bajo la custodia de Poseidón, dios de los mares. Nueve mil años antes de Critias hubo una guerra entre el Imperio Atlante y las ciudades helénicas, la cual condujo a la conquista de todo el mediterráneo por parte de los ejércitos griegos. La Atlántida se ganó entonces el enojo de Poseidón, quien destruyó la isla con varios terremotos de gran intensidad y una enorme inundación (quizás una ola gigante) que arrasó con la ciudad principal o Isla Acrópolis.

Platón afirmaba que esta era una historia verdadera, pero Aristóteles aseguró después que no era más que una “utopía alegórica”.

Desde la antigüedad se han planteado muchas teorías sobre la veracidad del mito de la Atlántida, intentando relacionar a los atlantes con culturas tan diversas como la egipcia, la maya, la azteca, la nórdica e incluso la tibetana. Sin embargo, la teoría más aceptada ve en el relato de la Atlántida la huella de la destrucción de la civilización minoica producto de la potente explosión de un volcán en la isla de Santorini alrededor del 1640 aC, la cual produjo un poderoso tsunami en la cuenca este del Mediterráneo.

Es evidente que como conocedor y amante de las mitologías antiguas, Tolkien sentiría una fascinación especial por esta historia, en parte porque asemeja a una narración de la tradición cristiana ampliamente conocida: la del Diluvio Universal.

La idea de una masa de agua impresionante que anega el mundo en nombre de los dioses, destruyéndolo pero también limpiándolo, no es de reciente concepción. Una de las primeras referencias escritas procede del texto mesopotámico “Gilgamesh”, quizás el relato mítico más antiguo que se ha encontrado hasta ahora. En él, los dioses deciden destruir a la humanidad debido a sus muchas faltas. Pero existe una diosa que se opone a tal castigo: Ea. Por tanto decide aparecérsele a Uta-na-pistim, héroe de la historia, advirtiéndole de la pronta destrucción y dándole instrucciones para que construya un barco con el cual pueda escapar junto con sus allegados. Uta-na-pistim utiliza un ave para darse cuenta si las aguas están bajando, aunque los estudiosos no han logrado descifrar si esta ave es una paloma, un cuervo o una golondrina.

Las similitudes con el mito judeo-cristiano del diluvio han permitido a algunos antropólogos afirmar el posible aprendizaje de este relato por parte del pueblo hebreo durante su cautiverio en Babilonia. El relato judeo-cristiano se encuentra descrito en el libro del “Génesis”, y en él se describe como la advertencia de Dios recae sobre Noé, quien construye una enorme arca en donde da refugio a una pareja de cada especie animal. Tras la gigantesca inundación, el arca logra tocar tierra sobre la cima del monte Ararat, en territorio turco cercano a la frontera con Armenia.
En el “Libro de Enoc” (uno de los llamados textos apócrifos judíos), se dice que el diluvio fue enviado por Dios no sólo para castigar a los hombres por sus malas obras, sino también a un grupo de ángeles rebeldes conocidos como Vigilantes, quienes habían engendrado con mujeres una estirpe de terribles gigantes llamados Nephilim.

Actualmente se cree que el relato del Diluvio Universal puede tener su origen en una poderosa inundación que afectó toda la cuenca del Mar Negro al final de la última era glacial, cuando la barrera que mantenía al Mar Negro separado del Mediterráneo cedió, permitiendo el paso de una poderosa masa de agua que inundó grandes extensiones de tierras cercanas.

Pero el misterio del Diluvio aún se mantiene debido a muchas otras culturas que narran grandes inundaciones en el inicio de los tiempos.

Para los nórdicos habría sido producto de la guerra entre los Ases y los Vanes contra los Gigantes. Los griegos también refieren una terrible inundación lanzada por Zeus contra los hombres en castigo por su violencia y engreimiento. En la India las Escrituras Védicas cuentan del gigantesco pez Matsya (uno de los Avatar de Vishnú) quien advirtió a Manu de la pronta crecida del Océano Universal. El pueblo mapuche de chile cuenta de la inundación de todas las tierras producto de la mítica lucha entre las dos serpientes Trentren Vilu y Caicai Vilu. Mayas y aztecas refieren la destrucción de los Hombres de Madera debido a una gran ola enviada por los dioses que los consideraron demasiado imperfectos, mientras que en la región andina se han recopilado hasta quinientas leyendas referentes al Diluvio Universal.

Sea cual sea el mito, existen elementos que se repiten y aparecen también en la historia de Númenor. En primer lugar, está la necesidad de provocar tal nivel de destrucción por parte de una fuerza divina para limpiar un mundo que ha sido corrompido por la maldad y el egoísmo. En segundo lugar, existe un elemento de esperanza en unos pocos justos y fieles que logran escapar de la destrucción debido al sabio consejo y que llevan con ellos la semilla de un mejor futuro que mantendrá vivo el recuerdo de tan terrible evento, pero también el recuerdo de haber sido salvados como parte de una segunda oportunidad para la humanidad. De esta manera mediante Elendil, Tolkien reafirmaba en su obra ese pacto entre Dios y Noé que fundamenta la tradición cristiana de confianza y fe. Un pacto que también vemos en otras culturas gracias a héroes como Uta-na-pistim o Manu.
Se podría afirmar que la historia de la gran ola destructora no era solamente un sueño recurrente de Tolkien, sino también de toda la humanidad a lo largo de los siglos. Y al igual que los héroes de Tolkien en la Tercera Edad, todos nosotros en algún momento nos hemos sentido nostálgicos por esas historias antiguas de grandes continentes perdidos e inundaciones de proporciones inimaginables que nos hacen estremecer en nuestros sueños. Quizás un recuerdo en nuestro inconsciente colectivo de la hermosa y lejana Atalantë.

lunes, 6 de octubre de 2008

Los Éotheod de Tolkien: Pueblo de Caballos y Héroes

Autor: Juan José Dobles

En anglosajón antiguo Éotheod significa “pueblo de los caballos”. Con esta denominación se puede englobar de manera general a todo el pueblo rohirrim. Sin embargo, autores como Robert Foster y F. Schneidewind reservan el nombre para el pueblo que se asentó en los valles del norte del Anduin a mediados de la Tercera Edad de Tierra Media y que posteriormente dio origen al reino de Rohan.

El origen de este pueblo es un tanto oscuro, aunque su propia tradición los vincula con la Casa de Hador, tercer y más grande grupo de los Edain que entró en Beleriand durante la Primera Edad. Según las leyendas una parte de este pueblo se rezagó al este de las Montañas Nubladas, dando origen a una confederación de tribus que ocuparon los llanos al sur del Bosque Negro, en las Tierras Pardas. Esta confederación pronto fue conocida como los Hombres del Norte u Hombres de Rhovanion. Para los reyes de Gondor los Hombres del Norte significaban un importante aliado en las fronteras orientales, no sólo por su posición estratégica, sino también por el antiguo linaje que los unía. Este vínculo aumentó con el matrimonio del Príncipe Valacar de Gondor con Vidumavi, hija de Vidugavia, Rey de Rhovanion. De esta manera la sangre de los Hombres del Norte entró en la línea real de Gondor a través de su hijo Eldacar Vinitharya, coronado en el año 1432 TE.
Sin embargo, los Hombres del Norte cayeron en decadencia tras la Gran Peste que asoló Tierra Media en el año1636 TE. Se dice que la mitad de la población de Rhovanion falleció, al igual que la mitad de sus caballos. La debilidad de la frontera quedó en evidencia en 1851 TE, cuando comenzaron las invasiones de los Aurigas, pueblos orientales que se valieron de carromatos de batalla y cuadrigas para conquistar las regiones al este de las Tierras Pardas. En 1856 TE Narmacil II de Gondor condujo un ejército contra los Aurigas en auxilio de los Hombres del Norte. Pero este ejército fue aplastado y el propio Narmacil II murió en la Batalla de los Llanos al lado de Marhari, rey de los Hombres del Norte. De esta manera los Aurigas tomaron el control de toda Rhovanion y esclavizaron a sus habitantes. Varios sobrevivientes lograron escapar hacia el norte cruzando el Celduin (Río Rápido) y se mezclaron con la población de Valle, bajo Erebor. Marhwini, hijo de Marhari, condujo a otro grupo de sobrevivientes hacia el norte, entre el Bosque Negro y el Anduin, asentándose en los pequeños valles de la región. Este fue el origen de los Éotheod.

En 1899 TE, el rey Calimehtar de Gondor, hijo de Narmacil II, se une a Marhwini para vengar la derrota en los Llanos. La batalla tuvo lugar en Dagorlad, en donde una gran éored liderada por Marhwini logró destrozar el flanco y la retaguardia de los Aurigas. Al mismo tiempo una revuelta de esclavos estalló en los pueblos Aurigas de Rhovanion en procura de liberar las tierras conquistadas. Sin embargo, a pesar de la victoria en Dagorlad y la fuerza de la revuelta, esta última es aplastada, la mayoría de los que participaron en ella son asesinados y los Éotheod no logran regresar a sus antiguos hogares.

En 1944 TE los Aurigas se unen a los pueblos de Khand y Harad en un nuevo ataque contra Gondor (al parecer esta alianza fue incentivada por el propio Sauron). Forthwini, hijo de Marhwini y Rey de los Éotheod advierte al rey Ondoher sobre el movimiento enemigo en el este. Ondoher decide entonces marchar hacia Dagorlad en espera de un ataque desde las Tierras Pardas en el norte. Al mismo tiempo envía un ejército más pequeño liderado por Eärnil a Ihitlien del Sur. Sin embargo, Ondoher se topa con la sorpresa de que el ataque de los Aurigas viene desde el este, siguiendo la línea de las Ered Lithui, al norte de Mordor. Ambos ejércitos chocan frente a la Morannon. La embestida enemiga logra aislar al rey y a su hijo Artamir. Ambos caen muertos. El desastre es total. La retaguardia del ejército liderada por el Capitán Minohtar logra retroceder hacia Ithilien gracias al auxilio de varios jinetes éotheod enviados por Forthwini. Con ayuda de los Éotheod los gondorianos logran resistir hasta la llegada del Ejército del Sur que logra derrotar a los Aurigas mientras estos celebran lo que ellos creían era su victoria definitiva sobre Gondor.
Debido a que el segundo hijo de Ondoher, Faramir, también muere en la batalla, Eärnil es coronado Rey de Gondor bajo el nombre de Eärnil II. Durante su reinado, Frumgar decide guiar a los Éotheod nuevamente hacia los valles más al norte, entre las Ered Mithrin y las Montañas Nubladas. La nueva migración fue motivada por la falta de espacio en los valles del sur para la población cada vez mayor de los Éotheod, así como el surgimiento de la Sombra en Dol Guldur, al sur del Bosque Negro. Frumgar aprovechó la caída de Angmar en 1975 TE para reclamar aquellas tierras.

En este nuevo país los Éotheod medran y consolidan su identidad como pueblo. En 2510 TE, Léod, Señor de los Éotheod, muere accidentalmente al tratar de domar al caballo salvaje Felaróf, el cual tenía una larga vida y la capacidad de entender las palabras de los hombres. El hijo de Léod, Eorl, de tan sólo 16 años, asume la corona de los Éotheod. Se le da el nombre de “el Joven”. Eorl le exige a Felaróf su sometimiento de por vida como reparación por la muerte de su padre. Felaróf accede. Así inicia el linaje de los mearas, los hermosos caballos de la Marca que no permitían que nadie los montara excepto el rey y sus hijos, hasta los tiempos de Sombragrís y la Guerra del Anillo.

Ese mismo año, el jinete Borondir Udalraph, conocido más tarde como el Jinete de la Última Esperanza, llega ante Eorl con un mensaje apremiante de Cirion, duodécimo Senescal Gobernante de Gondor: un pueblo salvaje conocido como los Balchoth amenaza a Gondor desde el este.

Desde la Caída del Rey en 2050 TE Gondor se ha debilitado en sus fronteras nororientales. La gran región de Calernardhon al norte de las Montañas Blancas se encuentra poco poblada y desprotegida. Eorl medita su decisión. Partir en auxilio de Gondor significa dejar desprotegidas sus propias tierras durante mucho tiempo y el camino hasta Gondor es muy peligroso, pues pasa cerca de Dol Guldur y Dwimordene, donde habita la Hechicera Élfica del Bosque Dorado. Pero los lazos de amistad son más poderosos que la duda y en nueve días un gran número de jinetes de los Éotheod recorren más de quinientas millas hasta el Campo de Celebrant, en donde el ejército de Gondor está rodeado por los Balchoth al este y orcos de las Montañas Nubladas en el oeste. Los Éotheod logran aplastar al enemigo desde la retaguardia y rescatan a las tropas de Gondor.

En agradecimiento, Cirion le pide a Eorl que ocupe las tierras de Calenardhon durante tres meses, al cabo de los cuales se volverán a reunir. Pasado dicho plazo ambos líderes se encuentran en las faldas del Amon Anwar, la “Montaña del temor Reverente”, al sur de la Corriente Mering, en las Montañas Nubladas. Allí Cirion guía las comitivas hasta la cima, en donde revela la oculta tumba de Elendil. En este solemne lugar Cirion cede a Eorl toda la basta región de Calenardhon para que pueda asentarse junto a su gente, en la cercanía de Gondor, y así ambos pueblos puedan defenderse mutuamente. Abrumado por tal regalo, Eorl hace un juramento de eterna amistad entre los Éotheod y el pueblo de Gondor, el cual recibe una respuesta similar por parte de Cirion. Este juramento será nuevamente cumplido más de quinientos años después por el Rey Théoden de Rohan durante la Guerra del Anillo.

En Calenardhon los Éotheod fundan el Reino de la Marca de los Jinetes y ellos mismos asumen el nombre de Eorlingas, los descendientes de Eorl. Posteriormente, el reino llega a ser conocido como Rohan por los gondorianos.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Minas Tirith: Eterna Ciudad Blanca

Autor: Juan José Dobles

En el año 3320 de la Segunda Edad, Elendil y sus hijos Isildur y Anárion llagaron a Tierra Media provenientes de Númenor. En las tierras del sur, dominadas por las Montañas Blancas y el río Anduin, Elendil fundó el Reino de Gondor cuyo gobierno encomendó a sus hijos. El reino estaba dividido en varias regiones, de las cuales las más importantes recibieron sus nombres en honor a ambos hermanos: Ithilien y Anórien. En el corazón de cada región los hermanos construyeron dos ciudades fortalezas gemelas: Minas Ithil y Minas Anor, conocidas al final de la Tercera Edad como Minas Morgul y Minas Tirith respectivamente.
La ciudad de Minas Anor fue levantada en el extremo oriental de las Ered Nimrais, las Montañas Blancas, sobre el espolón más oriental del monte Mindolluin conocido como la Colina de la Guardia. Su nombre original significaba “Torre del Sol” en la lengua sindarin. Su principal función era servir como bastión militar para proteger las provincias occidentales de Gondor. Tras la caída de Minas Ithil al comienzo de la Guerra de la Última Alianza en 3429 SE, Isildur logró escapar llevando consigo una semilla del Árbol Blanco que había comenzado a crecer en esa ciudad, el cual a su vez era descendiente de Nimloth, el Árbol Blanco de Númenor. Dicha semilla se plantó en la Ciudadela de Minas Tirith, convirtiéndose desde entonces en símbolo del poder real de Gondor hasta el año 2872 TE, cuando se marchitó tras la muerte del Senescal Belecthor II.
Minas Tirith fue destruida durante la Guerra de la Última Alianza, y reconstruida como residencia de verano de los reyes por el Rey Ostoher en el año 420 TE. En el año 1640 TE se convirtió en la capital de Gondor por orden del Rey Tarondor, producto de la decadencia de la hasta entonces ciudad capital de Osgiliath, la cual había sido destruida durante la Guerra Civil y diezmada por una terrible plaga. Después que Minas Ithil fue tomada por las tropas de Mordor y transformada en Minas Morgul (la Torre de la Magia) en el año 2002 TE, el Rey Earnil II rebautizó Minas Anor como Minas Tirith, la Torre de la Guardia, posiblemente en honor a la fortaleza levantada por Finrod Felagund en el paso del Sirion durante la Primera Edad.
La ciudad de Minas Tirith está construida en siete niveles, cada uno protegido por una muralla de piedra blanca. La Gran Puerta exterior y la puerta del último nivel se abren hacia el Este; las puertas intermedias están colocadas de manera escalonada mirando primero al sur, luego al norte y así sucesivamente, de tal manera que el camino sube zigzagueando hasta el último nivel, permitiendo la defensa de cada nivel de manera individual.
El último nivel está dominado por la Ciudadela, la cual está ubicada aproximadamente a unos 200 metros sobre la planicie de Pelennor en un promontorio rocoso con forma de quilla de barco. La entrada a este nivel está excavada en la roca misma del promontorio, a través de una pendiente alumbrada por faroles. La pendiente desemboca en el Patio del Manantial en el cual crece el Árbol Blanco de Gondor. Alrededor del año 1900 TE, el Rey Calimehtar construyó la Torre Blanca de Gondor coronando la Ciudadela. Tras su reconstrucción en 2698 TE por orden del Senescal Echtelion I, la torre fue conocida también como Torre de Echtelion. En su piso superior se conservaba el Palantir de Minas Anor.
Tras la ciudad de Minas Tirith y sobre el estrecho brazo que une la Colina de la Guardia con el Mindolluin se encuentran los Recintos Sagrados, lugar de descanso de Reyes y Senescales. Esta zona está dentro de los muros del quinto nivel, aunque su ingreso sólo es posible siguiendo la Rath Dínen (Calle del Silencio), la cual nace en el sexto nivel y cruza Fen Hollen, la Puerta Cerrada. Dicha entrada permanece custodiada todo el tiempo y sólo es abierta para los funerales.
Junto al muro del sexto nivel, mirando hacia el sur, se encuentran las Casas de Curación, el hospital de Minas Tirith.
Los Campos de Pelennor se extienden alrededor de la ciudad hasta alcanzar los márgenes del Anduin. Ante el despertar de Mordor y el abandono de Ithilien en 2954 TE, el Senescal Echtelion II construyó las murallas de Rammas Echor como un sistema defensivo alrededor de Pelennor. El muro tiene una longitud de cerca de 40 kilómetros, varios de los cuales los recorre siguiendo el Anduin. Tres o cuatro millas al sur de la ciudad se encuentra el puerto de Harlond, aún dentro de los límites del Rammas Echor.
La ciudad es conocida por los rohirrim como Mundburgo.
En el año 3019 TE, Minas Tirith sufrió el más duro de los sitios de la Guerra del Anillo, el cual duró desde la noche del 13 de marzo hasta el amanecer del 15 de marzo. Los ejércitos de Mordor liderados por el Rey Brujo de Angmar lograron abrir brechas en el Rammas Echor y barrieron con Pelennor, llevando la pelea hasta las puertas mismas de la ciudad. El 14 de marzo las catapultas incendiaron el primer nivel de la ciudad y los nazgul desmoralizaron a los defensores. Al día siguiente, antes del amanecer, la Gran Puerta fue destrozada por el monstruoso ariete Grond, permitiendo la incursión de los atacantes y obligando a los gondorianos a replegarse al segundo nivel. La llegada de los rohirrim liderados por el Rey Théoden y el auxilio de Aragorn desde el Anduin detuvieron el ataque y permitieron el rescate de la ciudad.
Posteriormente, el Rey Aragorn II Elessar restauró el primer nivel y encomendó la reparación de la Gran Puerta a los enanos de Aglarond. Esta quedó más hermosa y fuerte que nunca, pues los enanos liderados por Gimli la reconstruyeron utilizando mithril y acero.

Gondor según Platón
En el año 1602 el filósofo, mago, astrólogo, profeta y agitador político Tommaso Campanella (1568-1639) impulsó la construcción en las montañas de Calabria (suroeste de Italia) de una ciudad utópica, un centro urbanístico de tipo mágico-filosófico que se convertiría en el último eco renacentista de la Ciudad Platónica. La llamó “Ciudad del Sol”. Esta urbe sería edificada sobre un espolón de las montañas, dominando las llanuras circundantes. Su estructura se basaba en siete círculos concéntricos construidos de forma escalonada, permitiendo a la ciudad levantarse hacia los cielos, como una montaña o pirámide. Los círculos concéntricos vistos desde arriba serían la perfecta imagen análoga al sistema cósmico toloméico. En el último nivel de la ciudad, situado en el centro, se levantaría un templo mágico desde el cual el Gran Metafísico (filósofo-mago regidor de la ciudad) buscaría las adecuadas influencias planetarias que permitieran la felicidad en cada habitante de la urbe. El proyecto de Campanella terminó en conflicto con las autoridades españolas, las cuales lo arrestaron y condenaron a 28 años de cárcel.
La similitud entre la frustrada Ciudad del Sol y Minas Tirith son sorprendentes, aunque no debería extrañarnos. Como académico que era, el Profesor Tolkien tenía acceso a los estudios filosóficos que han marcado la historia del ser humano. La Ciudad Platónica en este caso es un concepto que ha dado origen a muchas leyendas y ha interesado a eruditos desde su concepción dentro de las ideas del neoplatonismo.
Platón expone dentro de su obra La República el concepto del ciudadano ideal con relación a la ciudad ideal: una utopía de comportamiento ético de los individuos en relación con el funcionamiento del Estado. Esta idea fundamentó la visión de un orden moral personal en relación con un orden universal (microcosmos-macrocosmos).
Durante el Renacimiento los urbanistas recuperaron esta idea platónica, influenciados por humanistas y arquitectos como Leon Battista Alberti (1406-1472). Para estos edificadores neoplatónicos debía existir un medio-cosmos que interconectara al individuo (microcosmos) con el Universo (macrocosmos). La respuesta era obvia: la Ciudad.
Dentro de este pensamiento la ciudad es pensada como prolongación de los individuos que la habitan, siguiendo un ordenamiento orgánico basado en la ubicación de las tres “almas del hombre”: racional (acrópolis), pasional (mercado o ágora) y concupiscente (tejido urbano o murallas). La ciudad es tanto Axis-Mundi (representación del cosmos) como reflejo del Ser Humano.
Todas estas ideas han sobrevivido en el pensamiento hasta nuestros días. Tolkien mismo dentro de su experiencia religiosa dentro del catolicismo podía constatar esta influencia a través de la belleza arquitectónica de las catedrales europeas: testigos de una búsqueda por reflejar el cosmos mítico en la arquitectura.
En el caso de Minas Tirith existen tres aspectos interesantes con respecto a la idea de la Ciudad Platónica. Como reflejo del cosmos, la ciudad está conformada por siete círculos concéntricos: los siete círculos que conforman la idea cristiana del cielo. El círculo más externo es el más débil, el que puede ser fácilmente quebrantado por las fuerzas de Mordor (¿el pecado?). El último círculo está más cerca del cielo. En él se guarda el Árbol Blanco y el Salón del Trono (¿el alma?). Como reflejo del hombre Minas Tirith posee murallas de piedra blanca, símbolo de la pureza que se esperaba de sus habitantes (nótese un simbolismo similar en la ciudad élfica de Gondolin).
Por último y uniendo ambos conceptos, Minas Tirith es una fortaleza majestuosa que representa el espíritu de vigilancia, resistencia y lucha de los gondorianos. Desde sus muros se puede distinguir las ruinas de la antigua capital Osgiliath a ambos lados del Anduin, y más allá, las Montañas de las Sombras, la frontera de Mordor. El Sitio de Minas Tirith representa la lucha de Gondor (macrocosmos) y sus habitantes (microcosmos) por la supervivencia: así como el primer nivel fue consumido por las llamas, de igual manera gran parte de Gondor fue arrasada por las tropas de Mordor, gran parte de sus habitantes fueron aniquilados. Pero el corazón de Gondor, la Ciudadela, se mantuvo intacta; al igual que el alma de los gondorianos, retando a sus enemigos hasta las últimas consecuencias.
La salvación de la ciudad es también la salvación de todos los hombres en contra de la maldad.

miércoles, 16 de julio de 2008

El Pueblo de Dúrin: los enanos en la mitología de Tolkien

Autor: Juan José Dobles

Según la tradición enana, siete fueron los Grandes Padres de los naugrim creados por Mahal (el vala Aüle) en los albores de la Primera Edad. Cada uno de ellos originó uno de los Siete Pueblos de los Enanos. Sin embargo, en la historia de Tierra Media Tolkien destaca a un pueblo en particular cuyo fundador fue el más grande de los siete ancestros: Dúrin el Inmortal.
De acuerdo a las leyendas, Dúrin despertó de su largo sueño en las laderas orientales de las Montañas Nubladas, en el Valle del Arroyo Sombrío (Azanulbizar en la lengua enana), cerca del Lago Espejo o Kheled-zaram. En las orillas de este lago Dúrin contempló su reflejo en las aguas por primera vez, mientras su rostro era enmarcado por las siete estrellas de la Osa Mayor. Esta visión da origen al emblema de la Casa de Dúrin: una corona rodeada de siete estrellas sobre un yunque con un martillo. El propio Dúrin I habría fundado la gran ciudad de Khazad-dum en las cuevas cercanas al valle. Para finales de la Primera Edad la capital del Pueblo de Dúrin se extendía por debajo de las grandes montañas de Barazinbar (Caradhras), Zirak-zigil (Celebdil) y Bundushatur (Fanuidhol el Gris).
Dentro de las sagas del Pueblo de Dúrin cada cierto tiempo el patriarca volvía a nacer, reencarnado en un nuevo líder de gran poder y valentía. De acuerdo a los registros de los enanos, hasta el inicio de la Cuarta Edad se sabía de al menos seis reencarnaciones de Dúrin.
El Pueblo de Dúrin se destacó por su influencia en la cultura enana del Oeste de Tierra Media. Eran conocidos como los Barbiluengos, debido a las largas barbas bifurcadas que ostentaban sus líderes. Su lengua era el khuzdul, pero también empleaban el misterioso lenguaje de gestos llamado iglishmek. Su escritura se basaba en el sistema de runas o cirth, del cual crearon dos modificaciones: el Angerthas Moria y el Modo de Erebor.
La explotación del mithril en Khazad-dum generó grandes riquezas al reino, las cuales aumentaron al final de la Primera Edad cuando una gran oleada de refugiados de las ciudades enanas de Nogrod y Belegost llegó procedente de las Ered Luin tras la Guerra de la Cólera. Las riquezas de los barbiluengos eran motivo de orgullo y prestigio ante los otros pueblos de Tierra Media, y a los enanos les gustaba ostentarlas portando hermosos cinturones de plata, finos cascos enjoyados y otros elementos ricamente forjados en gran variedad de metales preciosos.
Durante la Segunda Edad los barbiluengos entraron en contacto constante con los elfos noldor de Eregion, lo cual significó un gran intercambio de tecnología y conocimientos entre ambos pueblos. Esta relación llegó a su punto cumbre en el siglo VIII SE cuando Dúrin II encomendó a Narvi la construcción de la Puerta Oeste de Moria en conjunto con Celebrimbor, gran herrero y Señor de Eregion.
Pero el ocaso del Pueblo de Dúrin comienza ocho siglos después, cuando el propio Celebrimbor le da a Dúrin III el principal Anillo de los Enanos. Al desatarse la guerra entre los elfos y Sauron por el control de los Anillos de Poder, las Puertas del Reino de Dúrin se cerraron para aislarlo del desastre que amenazaba Tierra Media. Pero la destrucción de Khazad-dum no vendría de afuera.
En 1980 TE (Tercera Edad), la búsqueda de mithril en las profundidades del Caradhras despertó al Balrog, demonio de fuego y sombras de la Primera Edad, el cual mató a Dúrin VI y, un año más tarde, a su hijo Náin I. Los sobrevivientes abandonan Moria viajando hacia el norte e inician el largo Exilio del Pueblo de Dúrin. Se fundan entonces los reinos de Erebor cerca de Valle, y las Montañas Grises más al norte. Sin embargo, este último fue atacado por dragones durante el reinado de Dáin I, quien murió junto a su hijo devorado por un dragón frío. Algunos sobrevivientes regresaron a Erebor, pero otros se dirigieron al Este, donde fundaron una colonia en las Montañas de Hierro.
La prosperidad y riquezas de Erebor alcanzaron gran renombre entre los comerciantes de toda Tierra Media. Algunos dicen que estas riquezas son producto de la codicia que el principal anillo de los Siete provocaba en el corazón de los reyes del Pueblo de Dúrin. Sea cual fuese la razón, esta prosperidad nuevamente atrajo la desgracia contra los herederos de Dúrin. Durante el reinado de Thrór, la Montaña Solitaria es atacada por Smaug el Dorado, el más grande de los dragones de entonces, el cual saquea las estancias, destruye las defensas y toma el control de la montaña. Thrór logra escapar en compañía de su hijo Thráin II y su nieto Thórin.
Muchos de los exiliados se dirigen hacia el oeste, a las Montañas Azules en donde viven errando y añorando las riquezas perdidas en Moria y Erebor.
En 2790 TE, Thrór intenta entrar en Khazad-dum junto a su amigo Nár, pero es asesinado brutalmente y decapitado por Azog, rey de los orcos que se habían apoderado de Moria. Nár lleva la noticia a Thráin II, quien convoca a todo su pueblo desde cada rincón de Tierra Media. Así inicia la Guerra de Enanos y Orcos, la cual arrasaría con todas las fortalezas de los orcos en las Montañas Nubladas. La última batalla se llevó acabo en el 2799 TE frente a la Puerta Este de Moria, en Azanulbizar, el Valle del Arroyo Sombrío. Aunque la batalla fue sangrienta y los enanos sufrieron gran cantidad de bajas, su ejército logró aplastar a los orcos y Dáin Pie de Hierro logró matar a Azog, vengando a todo el Pueblo de Dúrin. En esta batalla también saltó a la fama Thórin, nieto de Thrór, quien recibió el nombre de Escudo de Roble. A pesar del triunfo, los enanos se negaron a entrar a Moria por temor al Balrog. Esta decisión no fue del agrado de Thráin II, quien mantenía en secreto el Anillo de Poder y deseaba poder recuperar las riquezas perdidas.
Se dice que el Anillo aumentó la angustia de Thráin, quien en forma insensata abandonó a su familia y vagó por el sur del Bosque Negro sin saber si ir a Moria o a Erebor. Fue entonces hecho prisionero por los servidores de Sauron en la Torre de Dol Guldur, donde murió en una celda tras ser despojado del Anillo.
Estos terribles acontecimientos, sin embargo, desencadenaron la liberación de la Montaña Solitaria en 2941 TE por parte de Thórin y Compañía gracias a la intervención de Gandalf el Gris, tal como se relata en El Hobbit. Debido a la muerte de Thórin en la Batalla de los Cinco Ejércitos, Dáin Pie de Hierro recibe la corona del Pueblo de Dúrin en la restaurada Erebor.
En 2989 TE, Balin intentó restablecer una colonia de enanos en Moria animado por la recuperación de Erebor. El intento fracasó trágicamente en 2994 TE cuando la colonia fue destruida por orcos. Balin fue asesinado a orillas del Lago Espejo y su cuerpo fue enterrado en una de las cámaras de Moria.
Durante la Guerra del Anillo en 3019 TE, Erebor fue atacada por el Ejército Oriental de Mordor. Aunque esta batalla no es tan recordada como la Batalla de Pelennor, el propio Gandalf reconocería su importancia y el valor del Pueblo de Dúrin en la defensa del futuro de la Tierra Media:
“Cuando penséis en la gran Batalla de los Pelennor, no olvidéis las batallas en el Valle y el valor del Pueblo de Durin. Pensad en lo que podría haber sido. Fuego de dragones y salvajes espadas en Eriador, la noche en Rivendel. Pudo no haber habido Reina en Gondor. Quizá hubiéramos vuelto de la victoria para encontrar sólo ruinas y ceniza.”
(Tomado de "El Pueblo de Dúrin", "El Señor de los Anillos: Apéndices”. J.R.R. Tolkien)
En esta batalla muere Dáin Pie de Hierro defendiendo el cuerpo de Brand, Rey de Valle. Tras el inicio de la Cuarta Edad, Thorin III Yelmo de Piedra es coronado Rey del Pueblo de Dúrin. Gimli, hijo de Glóin y miembro de la Comunidad del Anillo funda en Aglarond un nuevo reino, atraído por la belleza del lugar, el cual conoció durante la defensa de Rohan.
Mucho se ha especulado sobre el regreso del Pueblo de Dúrin a Moria tras la derrota del Balrog a manos de Gandalf. Sin embargo, sobre este tema no hay nada claro. ¿Tenían la capacidad los enanos de reconstruir un reino tan basto? ¿La menguada población de enanos al principio de la Cuarta Edad era suficientemente para repoblarlo? A todas estas preguntas sólo podemos responder con conjeturas.

lunes, 2 de junio de 2008

Cuando Narnia se encontró con Tierra Media

Autor: Juan José Dobles

Tan disímil como la amistad de un elfo con un enano. Está es la mejor manera de describir la relación que durante más de cuatro décadas unió a los dos grandes fundadores de la literatura fantástica moderna, John Ronald Reuel Tolkien y Clive Staples Lewis, creadores de los mágicos mundos de Tierra Media y Narnia.
Con una breve mirada era fácil distinguir lo diferente que ambos hombres eran entre sí. Tolkien aparentaba mayor edad que la que tenía. Era de estatura baja y mantenía una personalidad introvertida fuera de sus círculos de amistades. Lewis, por el contrario, era un hombre alto, seis años más joven que Tolkien. Su rostro siempre estaba adornado con una sonrisa infantil y era extrovertido. Pero sus diferencias iban más allá de la apariencia. Tolkien era un inglés educado en una conservadora doctrina católica debido a la conversión religiosa de su madre. Lewis era un irlandés nacido en Belfast que, a pesar de ser educado en una firme tradición puritana protestante, se describía a sí mismo como ateo.
¿Cómo es que ambos hombres lograron forjar una amistad tan duradera? La respuesta está en el amor que ambos académicos sentían por las antiguas leyendas e historias mágicas.
El inicio de esta amistad se dio el 11 de marzo de 1926, durante una reunión de la Facultad de Lengua Inglesa de la Universidad de Oxford, en donde ambos trabajaban como profesores. Durante casi un año académico Lewis había sido tutor y orador de Literatura Inglesa, mientras que Tolkien había ostentado el cargo de Jefe de Anglosajón. Lewis escribiría más tarde que Tolkien representaba todo lo que a él le habían enseñado a desconfiar: era inglés, “papista” (es decir, católico) y tras de eso también era filólogo. La primera apreciación de Lewis no fuera muy positiva. “No hay nada de malo en él: sólo necesita una tunda o dos”, escribiría Lewis en su diario refiriéndose a los aires de sabio que asumía Tolkien dentro de los círculos académicos.
Parece ser, sin embargo, que Tolkien tuvo una mejor opinión de Lewis tras ese primer encuentro. Algunos autores como Colin Duriez afirman incluso que la insistencia de Tolkien en acercarse a Lewis se debía a la clara intención del filólogo de convencerlo para que volviera a creer en Dios.
Sea cual sea la razón, Tolkien pronto le llevó a Lewis su hermosa traducción del poema épico Beowulf. Lewis quedó encantado con la traducción. Además, al igual que Tolkien, desde muy niño había cultivado una afición constante por las sagas míticas y la literatura épica medieval. Este hobby los llevó a encontrarse con regularidad en largas tertulias con otros compañeros académicos. Así nació el club literario conocido como Coalbiters (Kolbítar, en islandés), término que se puede traducir como “los que comen carbón”, en alusión a la cercanía con un buen fuego para contar historias.
Es en estas reuniones donde Tolkien le enseña a Lewis sus primeros escritos referentes a Tierra Media. Lewis, al igual que Tolkien, había peleado en la Primera Guerra Mundial, por lo que se sintió conmovido y maravillado por historias tales como La Caída de Gondolin.
A partir de ese momento la amistad de Tolkien y Lewis se consolidó con largos paseos por los caminos boscosos cercanos al Magdalen College (donde vivía Lewis), ratos de tertulia en el pub Eagle and Child y tardes de pesca en los ríos cercanos.
En 1931 Tolkien y Lewis se integran al círculo literario The Inklings (“los que hacen tachones de tinta”), fundado por Tangye Lean y donde comparten con otros importantes intelectuales ingleses de la época como Hugo Dyson, Charles Williams, Warren Lewis y Owen Barfield. Hasta la muerte de Williams en 1945, el grupo se reunía regularmente los martes en la tarde en el cuarto de Lewis en el Magdalen College y los jueves para el almuerzo en el Eagle and Child, donde hacían deliciosas sesiones de té, cerveza, pipas y literatura. Es en este grupo donde madura el mundo de Tierra Media, gracias en gran parte a las críticas que Tolkien recibía de Lewis. Un favor que no siempre logró ser recíproco ya que Lewis insistía en que Tolkien carecía de tacto para decir las cosas y sus críticas más bien terminaban molestando al literato irlandés.
Durante ese tiempo Tolkien hizo todo lo que pudo para lograr convertir a Lewis al Cristianismo. Lewis, siguiendo su visión positivista y académica, rebatió a Tolkien sus creencias confrontándolas con la pasión que el profesor sentía por las antiguas mitologías, lo cual, según Lewis, era una contradicción. La respuesta de Tolkien sería el ensayo poético Mythopoeia, con el cual Tolkien expone su teoría de la Segunda Creación. Tras una larga caminata nocturna al lado de Tolkien y Hugo Dyson, Lewis se da por derrotado. Pocos días después vuelve al Cristianismo. Aunque muy a pesar de Tolkien, no se convierte al Catolicismo.
Su nueva fe cristiana pronto se convierte en uno de sus máximos pilares dentro de la literatura de Lewis, como quedaría constatado en su libro Más Allá del Planeta Silencioso (1938), primera entrega de la Perelandra.
Al mismo tiempo surge para Tolkien la oportunidad de publicar El Hobbit. Como era característico en el profesor sus dudas con respecto a la calidad de su trabajo lo hacen tambalearse en su decisión. Lewis se encargaría de convencerlo.
Más tarde Lewis también sería el responsable de apoyar a Tolkien durante la larga creación de El Señor de los Anillos. No es de extrañar entonces que podamos encontrar reminiscencias de la amistad entre Lewis y Tolkien a lo largo de la saga del Anillo Único: Sméagol y Déagol pescando en un bote en medio del Anduin tal como lo hacían ambos escritores; o la grave y profunda voz de Bárbol, la cual recuerda la manera peculiar de Lewis de impartir clases.
Pero así como la amistad de Legolas y Gimli llegó a estar a prueba en varias ocasiones, así también Tolkien y Lewis tuvieron sus altibajos. Edith, la adorada esposa de Tolkien, veía con muy malos ojos a Lewis, pues consideraba que este manipulaba a su marido a su conveniencia. Por otro lado, Tolkien condenaba la relación de Lewis con la divorciada Joy Davidman.
También las apreciaciones literarias llegaron a separarlos. Tolkien opinaba que Lewis era muy vago en sus descripciones y dejaba demasiados espacios en blanco dentro de sus creaciones. Por su parte Lewis creía que Tolkien era obsesivo en los detalles, impidiéndole al lector el uso de la imaginación. En 1949 Tolkien le lee el primer manuscrito de El Señor de los Anillos a Lewis, quien lo felicita. Sin embargo, cuando Tolkien le da una crítica negativa a Lewis con respecto a su primera historia de Crónicas de Narnia, ambos autores se enfrascan en una discusión que casi lleva a la ruptura de la amistad. Para Tolkien la forma en la cual Lewis imbuyó su novela con un cristianismo evidente contrariaba su propia vivencia de la fe como algo íntimo. Además, Tolkien consideraba que la predica a través de medios literarios debía ser tarea únicamente de los teólogos de la Iglesia.
Tras la publicación en 1954 de La Comunidad del Anillo, Lewis publicó una crítica muy positiva en la revista Time & Tide. Tolkien decide entonces buscar a su viejo amigo para hacer las paces. Gracias a sus amistades en Oxford, Tolkien logra que la recientemente creada Jefatura de Literatura Medieval y Renacentista en la Universidad de Cambridge le sea otorgada a Lewis.
Lewis dedicaría su conferencia inaugural a la fantasía como vehículo para explorar las grandes interrogantes y peligros de la modernidad y la tecnología. Este era uno de los temas más recurrentes de Tolkien durante sus reuniones con los Inklings.
El traslado de Lewis a Cambridge marca un punto de cambio en la relación entre él y Tolkien. A partir de entonces fueron pocas las ocasiones que tuvieron ambos hombres de volverse a ver. El correo se convirtió en su principal forma de contacto, aunque la regularidad de las cartas no sería como pudo haber sido en otros tiempos.
El 22 de noviembre de 1963 C S Lewis muere a la edad de 65 años. Un conmovido Profesor Tolkien asiste a su entierro en Oxford. La pérdida de su viejo amigo lo motivaría para intentar acabar por fin la obra de toda su vida: El Silmarillion.
Así llegaba a su fin una amistad a la cual todos los amantes de la fantasía moderna le debemos prácticamente los inicios del género. ¿Qué habría sido Lewis sin un Tolkien que lo condujera a los caminos de la fe que inspirarían el mundo de Narnia? ¿Qué habría sido Tolkien sin un Lewis que lo convenciera de su capacidad literaria y de publicar la historia de un humilde hobbit de La Comarca? Gracias al poder de la amistad por dicha nunca tendremos que saberlo.

domingo, 1 de junio de 2008

Bienvenidos al Círculo MAAT


Maat: el Juicio de las Almas

El destino del alma después de la muerte fue uno de los fundamentos de la religión egipcia. Esta preocupación impulsó algunas de las características más reconocidas del pueblo egipcio, como lo son la construcción de las pirámides y el embalsamamiento y momificación de los muertos.
Quizás el escrito más conocido acerca de este tema es el llamado Libro de los Muertos, el cual era un conjunto de 190 fórmulas mágicas que eran depositadas junto al difunto y grabadas en su tumba para facilitar el viaje de su alma hasta el Duat. También contenía las Palabras Justas, las cuales debían ser dichas por el difunto para defenderse durante el juicio de su alma.
Para los antiguos egipcios el espíritu humano estaba conformado por el Ba (el alma), el Ka (la fuerza vital) y el Aj. Tras la muerte, el Ba era guiado por Horus hasta la sala del juicio, en donde Anubis comparaba el peso del corazón del difunto (centro de su conciencia) con el peso de Maat, la diosa de la justicia representada por una pluma. Osiris y otras divinidades actuaban como jueces, decidiendo si el peso del corazón era el correcto. Si era muy pesado o muy ligero, era arrojado al amemait, un monstruo parte león, parte hipopótamo y parte cocodrilo, el cual lo devoraba.
Pero si el peso era el correcto, el Ba y el Ka se unían para formar el Akh, al cual se le permitía entrar al reino de luz de Osiris para vivir eternamente.
El Círculo MAAT
El Círculo MAAT surge por un interés literario en la creación de mundos, mitos, leyendas e historias a lo largo del eterno camino de la Humanidad. Este camino está representado en el Uroboros, la serpiente mítica que se muerde su propia cola como símbolo de continuidad interminable. ¿Por qué escoger el símbolo de la diosa Maat? Quizás se trate de esa idea del alma creadora como medida justa de la escencia humana. ¿Acaso a lo largo de los siglos no hemos medido a la humanidad de acuerdo a sus artistas y sus pensadores?
Pero quizás sea también ese seductivo símbolo de la pluma, que para los egipcios era sinónimo de pureza y justicia, y para nosotros es la herramienta creadora de los literatos que forjaron las antiguas leyendas. Pero claro, también está el juego que hacemos con las letras del nombre de la diosa y que definen los pilares sobre los que construímos este proyecto:
Mitopoeia: o mitopoética, esa hermosa corriente literaria de inicios del siglo XX que entretejía mitos antiguos con formas literarias modernas, de la cual algunos de sus grandes fundadores fueron George McDonald, JRR Tolkien y CS Lewis. Pero también vemos la Mitopoeia como esa Subcreación o Segunda Creación de la que hablaba Tolkien. El arte de quien crea mundos con el don de su imaginación, y al imaginarlos los hace reales, parte de la Creación Divina. Es por ello que adoptamos este concepto libremente para referirnos a todos aquellos escritores que crean mundos nuevos como parte de su obra literaria, ya sean estos mundos fantásticos, de ciencia ficción o del terror más primordial del ser humano.
Arte: pues el nuestro es un círculo de amantes de la literatura, cuyo gusto por las historias nos ha llevado a buscar la magia de nuestro mundo en la belleza de los relatos sin importar cuándo o dónde fueron escritos.
Amistad: nuestro pilar fundamental, pues es en la camaradería y la verdadera y profunda amistad donde encontramos la energía para compartir nuestras ideas, nuestros proyectos creativos.
Tertulia: ¿Qué sería de la amistad sin esa hermosa oportunidad para vernos cara a cara de vez en cuando y, siguiendo nuestra hermosa sangre y herencia cultural latinoamericana, compartir un cafecito o una taza de té?
La Posada del Fin del Mundo
Tol Eressëa, la isla de Valinor a donde llegan los barcos de los elfos que abandonan la Tierra Media de Tolkien en busca de las Tierras Imperecederas... Como el relato del marinero que sueña con botar ancla en ese místico y a la vez inhóspito lugar que es el Fin del Mundo, donde un faro (el último faro) marca que ya no hay más camino adelante, que se ha llegado al final del viaje. Y al llegar a tal sitio, una posada nos aguarda donde tomar una pinta de cerveza mientras nos reunimos alrededor del fuego y escuchamos las historias que todos tenemos que contar de los muchos viajes que hemos hecho por el mundo. Ya sea el lamento de Ismael por el poderoso Pequod, los muchos obstáculos de Odisseo para llegar al hogar en Ítaca o los relatos asombrosos de Arthur Gordon Pym sobre los mares helados del sur, nuestras historias se confundirán con viejas canciones de elfos y enanos. Todo viajero es bienvenido a esta pequeña posada en el Fin del Mundo.
Amantes de las leyendas y las fábulas míticas. Cazadores de monstruos e investigadores de los sombrío y arcano. Visionarios de futuros de grandes viajes más allá de los cielos y mundos habitados por autómatas y seres intergalácticos. Encuentren aquí una mesa para compartir sus relatos, para intercambiar ideas, para dejar libres nuestros sueños y deseos en esta última isla de los elfos, bajo la maternal mirada de la diosa egipcia de la justicia...
Sean todos Bienvenidos...